SILLAS QUE MAÚLLAN
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Por un lado tenemos el ingrediente base: Gatitos monísimos que hacen las delicias de todo aquel que está dispuesto a dejarse hipnotizar por sus contoneos a través de la red de redes.

Por otro tenemos la creatividad al servicio de una necesidad: Conseguir que las patas de las sillas no hagan subir al vecino en busca de aquel que osa sacarle de la paz de su hogar con el continuo arrastrar de sillas.

Y para rematar, la cada vez más creciente práctica del #Knitting.

Gatitos+Creatividad+Knitting=Calcetines para sillas. No todo está inventado, solo hay que mirar el mundo con otros ojos.

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